Estoy cansada de ser paciente. De esperar y esperar y esperar. De someterme a la desgracia de la empatía y el amor incondicional que esperas de mí. Quién dijo que el amor es incondicional? Si hasta los padres condicionan el afecto inconcientemente si no cumples con sus expectativas. Primero tuve que entender tu oscuridad, tu depresión, tu soledad, tu dificultad para amar. Ahora tengo que entender tu proceso, tu sanación, tu malestar durante tu duelo. Y a mí quién me ha entendido? Invalidado mis sentimientos, ya prefiero evitar comentarte las cosas para no recibir un regaño, una mala cara, un gesto de fastidio o una expresión de disgusto como me enseñaron en casa. A tragar y callar. Hasta que a ti se te antoja sentirte en paz y estar dispuesto a escuchar porque no vaya a herir tus susceptibilidades. Estoy cansada de ser la última opción aunque me asegures que soy prioridad, es definitivamente una mentira. Porque Rose siempre está... Primero atiendo a todo y a todos porque Rose siempre está... Porque Rose se conforma... Porque Rose tiene la obligación de entender que todo y todos están primero que ella. Para ella no hay tiempo.
Extraño muchas cosas de antes, extraño el hombre que me deseaba hasta marcarme la piel, extraño al hombre que velaba mis sueños y los demonios que me acechaban por las noches, al hombro que lloró conmigo sinceramente un día que se quebró, extraño al hombre que quería compartir la mayoría de su tiempo y sus cosas conmigo, ese que me hizo un espacio en su vida sin que yo se lo pidiera, el que se emocionaba con mis cartas y mis regalos y mis detalles, el que me celebraba la rareza del ser, aquel que me enseñó a amar mi parte negra y me mostró que no está mal sentirse mal de vez en cuando, extraño al hombre que quiso mejorar por mí y por él, el hombre que tenía tiempo para nosotros aunque a veces no quería dar su tiempo, ese que me llenó de magia y unicornios el corazón, que me arregló el cuarto y la vida, el que me dejó ser enteramente yo, mi niño... El que me dejó amarlo aunque tenía miedo... A veces lo extraño...
Nunca fuiste perfecto eso lo sé... Ahora que buscas tu luz sé que hay cosas que te hacen sentirte tranquilo. Pero en esa tranquilidad te has olvidado de mí. Y lo peor es que cuando te lo digo lo tomas como egoísmo, como si no pudiera entender lo que estás viviendo cuando yo llevo rompiéndome la madre dos años en mi propio proceso. Como si exigir lo que necesito y lo que quiero fuera egoísmo, cuando me he pasado la vida dándote prioridad y dándole prioridad a tus asuntos.
Ya no sé si realmente me amas, creo que siempre he tenido mis dudas. Tu nueva filosofía dice que debo aceptar el amor como tú sabes darlo... Pero ese amor se ha vuelto frío, autoritario, solitario, pobre y no admite que siempre ha sido egoísta. No me preguntes que cosas me gustan de tu nuevo yo. Aún no lo conozco bien. Le observo maravillada su nueva capacidad de comprender sus virtudes y ser mas consciente de sus defectos. Sin embargo... Igual que el anterior... Es incapaz de escucharlos si vienen de mi boca. Porque de mi boca sólo recibes agresión, molestia, incomprensión.
A veces me pregunto para qué estás conmigo. Si ya no compartimos, si ya no convivimos...
Razones para quedarme? Si, aún existen. Pero no sé cuáles sean la tuyas. A veces sólo me gustaría escuchar un discúlpame por el daño hecho, cómo puedo remediarlo? Cómo podemos remediarlo? Cómo podemos mejorar? Pero me has puesto tan abajo en tu orden de importancia... Que no eres capaz de hacerlo aún sabiendo que es lo que me hace falta... Quisiera esperar un poco... Pero ya no sé que tanto más... Siento que estoy a punto de escapar... Y no porque no te ame... Lo hago... Muchísimo... Si no porque siento que te importa tan poco que simplemente me soltarás con la frase estúpida: Jamás voy a retenerte si ya no eres feliz o si estás sufriendo... Cuando el amor verdadero... Siempre está dispuesto a mejorar antes de soltar.
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